34 Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
35 En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros».
Estos versículos del discurso de despedida de Jesús en la noche de la última Cena, entrega su testamento espiritual a los discípulos: el gran mandato del amor como signo visible de la adhesión de sus discípulos a él y de la vivencia real y afectiva de la fraternidad.
El mundo podrá identificar de qué comunidad se trata si los discípulos guardan entre sí este mandato del amor. Jesús rescata la Ley, llevándola por encima del cumplimiento al amor; quien ama demuestra que está cumpliendo con los demás preceptos de la Ley.
Jesús habla de un "mandamiento nuevo". ¿Dónde está la novedad? La consigna de amar al prójimo está ya presente en la tradición bíblica. La novedad está en la forma de amar propia de Jesús: "amensen como yo los he amado".
¿Cuál es la medida del amor?
Amor: Dios es amor. Dios es la fuente infinita del amor. Dios creó al hombre por amor. Lo creó a Su imagen, es decir, capaz de amar y ser amado.
Amar es dar: Dios nos lo ha dado todo con la CREACIÓN.
Amar es comunicarse: Dios se nos ha comunicado con la REVELACIÓN.
Amar es hacerse semejante al amado: Dios se ha hecho uno de nosotros en la ENCARNACIÓN.
Amar es sacrificarse por el amado: Dios nos ha dado su vida en la REDENCIÓN.
Amar es obsequiar al amado: Dios nos da el supremo bien de la SALVACIÓN.
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