1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los
notables entre los judíos. 2 Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro,
sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede
realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él».
3 Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede
ver el Reino de Dios.»
4 Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo?
¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?».
5 Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne es
carne, lo que nace de Espíritu es espíritu.
16 Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo
el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. 17 Porque Dios no envió
a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18 El
que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no
ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
19 En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. 20 Todo el que
obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean
descubiertas. 21 En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la
luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios» (Jn
3, 1-6. 16-21)
Nacer del agua y del Espíritu
Siempre es bueno recordar el origen de las palabras. Spiritualis
es una traducción de la palabra griega pneumatikos, que puede traducirse
acorde al espíritu, “colmado del espíritu”.
Espiritualidad significa, entonces vivir desde el
Espíritu, vivir a partir de la fuente del Espíritu Santo.
En el desarrollo de una vida espiritual se refiere
siempre a las palabras y hechos de Jesús, a su doctrina y a su accionar
redentor, liberador. Ella es un camino para dejarse forjar y transformar cada
vez más por el Espíritu de Jesús y a crear el mundo a partir de la convicción
de Jesús.
La esencia de la espiritualidad consiste en vivir a
partir de la fuente del Espíritu Santo. Y para nosotros, los cristianos, el Espíritu Santo es a la vez el
Espíritu de Jesús. Si vivimos a partir de esa fuente, nuestra vida fluirá, será
fructífera.
Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir Tu fragancia por donde quiera que vaya. Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la tuya. Brilla a través de mí y permanece tan dentro de mí, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía. ¡Permite que no me vean a mí, sino solamente a Ti!
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