Intención para la evangelización ‐

Intenciones de oración de Enero: Por el don de la diversidad en la Iglesia El Papa Francisco pide rezar al Espíritu Santo “para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica”.

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre"

"Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre" Mt 7, 7-8. No sé qué quería, pero había algo en mí que me movía a buscar, tal vez que las cosas tengan sentido, y te encontré. Me cuestionaba sobre la vida y me diste tu sabiduría para que pueda encontrar alegría y paz. Ante mis miedos y dudas, te pido que me acompañes en mi peregrinar y me das tu Espíritu Santo, el mismo que te acompaño a vos, hoy me acompaña a mí, me asiste y guía. Hoy sigo buscando más de tu Palabra, de la Verdad y el camino, con la confianza puesta en vos, Dios mío, sé que estás presente en mi vida. Ven Señor Jesús, te necesito.

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16

Del libro de la Sabiduría 6, 12-16: La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y le sale al encuentro en todos sus pensamientos.

domingo, 2 de junio de 2019

Ascensión del Señor


“Cristo Vive”
Lecturas 2-6-19, Ciclo C

Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones y enciende en ellos el fuego de tu amor, danos la gracia de leer y reflexionar esta página del Evangelio para hacerlo memoria activa, amante y operante en nuestra vida. Deseamos acercarnos al misterio de la persona de Jesús. Por esto te pedimos, que abras los ojos de nuestra mente y de nuestro corazón, para que podamos conocer la fuerza de su resurrección. Amén

¡Esta es la esperanza a la cual hemos
sido llamados!

Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios.                 
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»   
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir.»  Palabra de Dios.

Salmo 46
R. Dios asciende entre aclamaciones.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra.  R.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas.  Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey.  R.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno.  El Señor reina sobre las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado. R.

Carta a los efesios 1, 17-23
Hermanos: que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza. Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro. Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas. Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53
Jesús dijo a sus discípulos: «Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto.»
Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.  Palabra del Señor.

Reflexión:

«¡Jesús quiere hacerse visible a través
 de sus discípulos!»

Empezamos con la oración de Pablo. “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, nos de espíritu de revelación para conocerlo; ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama...” No pide inteligencia, sino espíritu de revelación. No pide una visión sensorial ni racional, sino que ilumine los “ojos” del corazón. El verdadero conocimiento no viene de fuera, sino de la experiencia interior. Ni teología, ni normas morales, ni ritos sirven de nada si no nos llevan a la experiencia interior.

Hemos llegado al final del tiempo pascual. La ascensión es una fiesta de transición que intenta recopilar todo lo que hemos celebrado desde el Viernes Santo. La mejor prueba de esto es que Lucas, que es el único que relata la ascensión, nos da dos versiones: una al final del evangelio y otra al comienzo de los Hechos. Para comprender el lenguaje que la liturgia utiliza para referirse a esta celebración, es necesario tener en cuenta la manera mítica de entender el mundo en aquella época y posteriores, muy distinta de la nuestra.
El mundo dividido en tres estados: el superior, habitado por la divinidad. El del medio era la realidad terrena en la que vivimos. El abismo del maligno. La encarnación era concebida como una bajada del Verbo, desde la altura a la tierra. Su misión era la salvación de todos. Por eso, después tuvo que bajar a los infiernos (inferos) para que la salvación fuera total. Una vez que Jesús cumplió su misión salvadora, lo lógico era que volviera a su lugar de origen.

Una cosa fue la predicación de Jesús y otra la tarea de la comunidad, después de la experiencia pascual. El telón de fondo es el mismo, el Reino de Dios, vivido y predicado, pero a los primeros cristianos les llevó tiempo encontrar la manera de trasmitir lo que había experimentado. Tenemos que continuar esa obra, transmitir el mensaje, haciéndolo entendible a nuestra cultura.

Resurrección, ascensión, sentarse a la derecha de Dios, envío del Espíritu… apuntan a una misma realidad pascual. Con cada uno de esos aspectos se intenta expresar la vivencia de pascua: El final de “este Hombre”, Jesús no fue la muerte sino la Vida. El misterio pascual es tan rico que no podemos abarcarlo con una sola imagen, por eso tenemos que desdoblarlo para ir analizándolo por partes y poder digerirlo. Debe estar ya muy claro que después de la muerte no pasó nada en Jesús.
Una vez muerto pasa a otro plano donde no existe tiempo ni espacio.

El testigo es quien habla con la vida. Entender la experiencia de la resurrección fue un proceso que duró muchos años, no hubiera sido posible sin ello la religión cristiana.
Para Lucas, el evangelio es el relato de todo lo que hizo y enseñó Jesús; los Hechos es el relato de todo lo que hicieron los apóstoles. Esa constatación de la presencia de Dios, primero en Jesús y luego en los discípulos, es la clave de todo el misterio pascual y la clave para entender la fiesta que estamos celebrando. El cielo, en todo el AT, no significa un lugar físico, sino una manera de designar la divinidad sin nombrarla.
Lo importante del mensaje pascual es que el mismo Jesús, que vivió con los discípulos, es el que llegó a lo más alto. Llegó a la meta. Alcanzó la identificación total con Dios. Resucitar no es volver a la vida biológica sino volver al Padre. “Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo para volver al Padre”.

Nuestra meta, como la de Jesús, es ascender hasta lo más alto, al Padre. Pero teniendo en cuenta que nuestro punto de partida es también, como en el caso de Jesús, el mismo Dios. Esa ascensión no puedo hacerla a costa de los demás, sino sirviendo a todos. Pasando por encima de los demás, no asciendo, sino que desciendo.
Los dirigentes judíos prefirieron un Jesús muerto. Nosotros preferimos un Jesús en el cielo. Descubrirlo dentro de mí y en los demás, sería demasiado exigente. Mucho más cómodo es seguir mirando al cielo… y no sentirnos implicados en lo que está pasando a nuestro alrededor.
Jesús fue ungido por el Espíritu para llevar a cabo su obra. Los discípulos son revestidos del Espíritu para llevar a cabo la suya.

La Bendición de Jesús. Son los últimos momentos de Jesús con los suyos. Enseguida los dejará para entrar definitivamente en el misterio del Padre. Ya no los podrá acompañar por los caminos del mundo como lo ha hecho en Galilea. Su presencia no podrá ser sustituida por nadie.
Jesús solo piensa en que llegue a todos los pueblos el anuncio del perdón y la misericordia de Dios. Que todos escuchen su llamada a la conversión. Nadie ha de sentirse perdido. Nadie ha de vivir sin esperanza. Todos han de saber que Dios comprende y ama a sus hijos e hijas sin fin. ¿Quién podrá anunciar esta Buena Noticia?
Según el relato de Lucas, Jesús piensa en dejar en la tierra «testigos». Esto es lo primero: «Ustedes son testigos de estas cosas». Serán los testigos de Jesús los que comunicarán su experiencia de un Dios bueno y contagiarán su estilo de vida trabajando por un mundo más humano.

Pero Jesús conoce bien a sus discípulos. Son débiles y cobardes. ¿Dónde encontrarán la audacia para ser testigos de alguien que ha sido crucificado por el representante del Imperio y los dirigentes del Templo? Jesús los tranquiliza: «Yo les enviaré el don prometido por mi Padre». No les va a faltar la «fuerza de lo alto». El Espíritu de Dios los defenderá.

Hoy. A los cristianos se nos ha olvidado que somos portadores de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la Bondad de Dios, mantener viva la esperanza, no rendirnos ante el poder del mal. Este mundo que a veces parece un "infierno maldito" no está perdido. Dios lo mira con ternura y compasión.
También hoy es posible, hacer el bien, difundir bondad. Es posible trabajar por un mundo más humano y una convivencia más sana. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y menos esclavos del dinero. La misma crisis económica nos puede llevar a buscar con urgencia una sociedad menos corrupta.
Jesús es una bendición y la gente lo tiene que saber. Lo primero es promover una «pastoral de la bondad». Nos hemos de sentir testigos y profetas de ese Jesús que pasó su vida sembrando gestos y palabras de bondad. Así despertó en las gentes de Galilea la esperanza en un Dios Bueno y Salvador. Jesús es una bendición y la gente lo tiene que conocer.

La Ascensión de Jesucristo al Cielo nos despierta el anhelo de Cielo, nos reaviva la esperanza de nuestra futura inmortalidad, también en cuerpo y alma gloriosos, como Él, para disfrutar con Él y en Él de una felicidad completa, perfecta y para siempre.
¡Esta es la esperanza a la cual hemos sido llamados! ¡Esta es la herencia que nos ha sido ofrecida!
Si somos del Señor, “si somos suyos” es decir: si vivimos guiados por su Palabra en esta vida, si nuestro corazón está en las cosas de Dios, si nuestra mirada está fija en el Cielo ... la fuerza poderosa de Dios que resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo ascender a los Cielos para sentarse a la derecha del Padre, también a nosotros nos hará reinar con Él en su gloria por siempre.
  
¡¡¡Jesús misericordioso en vos confío!!!
¡¡¡Jesús misericordioso en vos confío!!!

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones: J. A. Pagola. Fray Marcos.

Círculo Bíblico San José
“Tu palabra es una lámpara a mis pies 
y una luz en mi camino”
Sal 119
Te esperamos todos los sábados a las 16 hs para compartir y reflexionar el evangelio
de cada semana. 

No hay comentarios: