Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien:
si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar
las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora
menos pensada".
Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o
para todos?".
El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el
Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en
el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a
golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a
emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y
le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas
preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo
severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos
severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió
mucho, se le reclamará mucho más." Palabra del Señor
Jesús insiste que
estemos preparados, pero ¿qué quiere decir que estemos preparados? Este
evangelio nos puede dar algunas pistas.
En primer lugar,
el “estar preparados” puede ser a tener un oído atento a su palabra, a dejar
que Dios obre en nuestro corazón y nos dejemos guiar por él, con atención a la
espera pero trabajando. Estar preparados implica tener disponibilidad a lo que
Dios nos pide, pero sin ansiedad, porque si la ansiedad y la preocupación de lo
que vendrá nos “copan la parada”, nos hacen perder el horizonte y pueden
generar un malestar en nuestro corazón. Preocupémonos por prestar atención y
hacer las cosas a conciencia, por preguntarnos por la voluntad de Dios en el
día a día.
En segundo lugar,
Jesús nos llama “administradores”, y como administradores y colaboradores de
Dios, nada nos pertenece. No nos olvidemos que en esta vida todo es regalo de
Dios. Y no solo pensemos en lo material, sino también en los dones y carismas
que Dios nos dio a cada uno.
Nos podríamos
preguntar: ¿Qué estoy haciendo con mis dones? Dios te acompaña y quiere que te
pongas al servicio de los demás con todo eso que te regaló. Acordate que ahí
está tu verdadera felicidad. ¿Qué estás haciendo con lo bueno que Dios te dio?
Una vez escuche
por ahí que el servicio y el dar lo que tenemos y somos nos da el horizonte y
Dios la fortaleza. Que nada te pertenezca, date por completo. ¡Ánimo! (donbosco.org.ar)
Ven Señor Jesús, te necesito.
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